En la primera parte de esta serie dedicada a las enfermedades de la piel de los niños y a cómo repercute en su desarrollo la llegada del verano, repasamos las principales afecciones que se atenúan en época estival gracias a la acción del sol y el calor.
En esta segunda entrega, en cambio, nos centramos en aquellas dermatosis que durante la estación más calurosa del año y de las actividades al aire libre empeoran o incluso aparecen por primera vez.
La sudamina
La sudamina o miliaria es una erupción (sarpullido) que con frecuencia aparece en la piel de algunos niños, sobre todo recién nacidos y menores de un año, que por lo demás están sanos.
Esta inflamación se produce por la obstrucción de los conductos de las glándulas sudoríparas por el aumento de la temperatura y la inmadurez de las glándulas.
Con la sudamina aparecen granos del tamaño de una cabeza de alfiler que suelen ser rojos o blanquecinos y afectan a las zonas de la piel donde es más abundante el sudor. Es decir, la frente, la cara, el cuello, el pecho o la espalda.
Para evitar la excesiva sudoración, conviene no abrigar demasiado al niño, no utilizar ropa muy ajustada y mantener una adecuada higiene corporal.
Por ejemplo, los niños con piel atópica, que generalmente mejoran mucho en verano, padecen sudamina en áreas específicas y sufren así de irritación cuando hay exceso de calor.
Picaduras de insecto
Durante el verano es común la exposición a picaduras, tanto de mosquitos, como de arañas y otros insectos. Dependiendo de la sensibilidad del niño, tras el picotazo puede aparecer desde una herida puntiforme poco pruriginosa, hasta habones (ronchas) que tardan días en desaparecer y acarrean bastantes molestias.
La complicación más frecuente de las picaduras en los más pequeños es la sobreinfección bacteriana, provocada por el rascado y la suciedad que puede haber debajo de sus uñas. Por este motivo es preciso mantener sus uñas muy cortas y limpias y aplicar un antiséptico adecuado, si fuera necesario.
Aún así, la mejor manera de prevenir este tipo de picaduras es con repelentes y ropa que cubra las extremidades del menor.
Prurigo infantil
La reacción alérgica a la picadura de un insecto provoca esta dermatitis que causa mucho picor. Se caracteriza por la formación de pápulas y vesículas (mini ampollas) y es muy frecuente en primavera y verano.
Afecta principalmente a niños de 2 a 7 años. A mayor edad, se produce una desensibilización a los antígenos de los insectos y el prurigo deja de ser habitual. De hecho, el 90% de los casos se presenta antes de los 3 años de vida y suele ser más frecuente en niños con dermatitis atópica, sin distinción de sexo o raza.
El impétigo es una de las enfermedades de la piel más frecuentes entre los niños en verano.
El insecto más relacionado con el prurigo común es la pulga, pero también pueden causarlo mosquitos, chinches y piojos.
Verruga de agua o Moluscum contagiosum
El Moluscum contagiosum está causado por un poxvirus. Este tipo de virus tiene una estructura muy compleja. El virus de la viruela, por ejemplo, es un poxvirus.
Popularmente se le llama “verruga de agua” porque provoca una inflamación de la piel con una forma parecida a la de una verruga.
Se transmite a través del contacto con la dermis de una persona infectada, aunque también es posible contagiarse tras tocar objetos contaminados, como toallas, ropa o juguetes.
Es habitual que se manifieste en los niños de 2 a 5 años y al tratarse de una infección vírica, la alteración tiende a desaparecer por sí sola, aunque las lesiones pueden permanecer durante un tiempo.
Ante la presencia de estas “verrugas”, conviene consultar con el dermatólogo, quien seguramente las extraerá y pautará un tratamiento para erradicarlas.
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Fototoxias
Las dermatitis fototóxicas son aquellas reacciones irritativas o tóxicas que se producen tras el contacto con una sustancia fotoactiva con posterior exposición a la luz solar.
Los compuestos que desatan la fototoxia con más frecuencia son las furocumarinas, metabolitos de las plantas que solo son tóxicos en presencia de luz. Se encuentran en algunos árboles, arbustos y otras plantas, como las higueras, los naranjos, el perejil y los geranios. Las afectaciones que provocan son comúnmente conocidas como “dermatitis de los prados“.
El 90% de los casos de prúrigo infantil se presenta antes de los 3 años de vida y suele ser más frecuente en niños con dermatitis atópica.
Los síntomas de la fototoxia son el prurito y la quemazón, y a menudo también aparecen reacciones eccematosas agudas como eritema, edema, vesículas y ampollas. Estos pueden aparecer de forma inmediata tras el contacto con la planta y la exposición a la luz solar o al cabo de varias horas. Además, en ocasiones deja una pigmentación persistente en la piel del niño.
Fotoalergias
Las fotoalergias se producen por contacto directo con el agente que las provoca, como antiinflamatorios, anestésicos y antihistamínicos tópicos. Otras causas pueden ser plantas con furocumarinas, sulfamidas, tetraciclinas e incluso algunos perfumes.
Estas patologías provocan en la piel eccemas que pueden sobrepasar el área de contacto con la sustancia que las ha causado. En cada persona y fotoalergia el tratamiento puede variar, pero como norma general el remedio que se aplica suele ser el mismo que en el caso de un eccema simple.
Impétigo
El impétigo es una de las enfermedades de la piel más frecuentes durante el verano entre aquellos en edad pediátrica, según la agencia federal para el control y prevención de enfermedades de Estados Unidos, CDC en sus siglas en inglés.
El impétigo es una infección de la dermis causada por la acción conjunta o individual de las siguientes bacterias: Streptococcus del grupo A y Staphylococcus aureus. Se manifiesta clínicamente en pequeñas ampollas que segregan un líquido color miel (melicéricas) localizadas en áreas expuestas y comienza cerca de una herida que suele ser la puerta de entrada del patógeno.
Las mejores estrategias de fotoprotección son reducir el tiempo global de exposición al sol y la protección física con ropa, sombreros y gafas de sol.
Se extiende rápidamente, de ahí su nombre, que tiene como raíz “ímpetu”. Si en el ambiente existe humedad, entonces se propaga todavía a más velocidad. Es muy contagioso en piscinas y en casas de colonias, donde los niños socializan intensamente. Como se propaga con tanta facilidad, cuando aparece se producen auténticos brotes epidémicos locales.
El impétigo se trata con antibióticos tópicos u orales, dependiendo de la extensión sobre la piel, la edad y el estado de salud general del niño. La prevención es muy sencilla: lavar y cubrir la zona, evitando las actividades colectivas para no propagar la infección.
La enfermedad de manos, pies y boca
Esta patología es una infección viral leve y contagiosa frecuente en los niños pequeños. Se caracteriza por la presencia de llagas en la boca y una erupción cutánea en las manos y los pies.
La causa más frecuente de la enfermedad de manos, pies y boca es un coxsackievirus. Este virus fue aislado por primera vez en la ciudad de Coxsackie (Nueva York) y de ahí su nombre. Puede ser el responsable de enfermedades graves como periocarditis y meningitis, aunque la enfermedad que ahora nos concierne está causada por una variante mucho menos agresiva del patógeno.
Los síntomas más habituales son fiebre, llagas en la boca y sarpullido. Al tratarse de una infección viral leve, no hace falta tratamiento, y basta un calmante para las molestias, si las hubiese.
Quemaduras solares
Uno de los mayores peligros que implica el verano para los niños es la exposición prolongada al sol. Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomiendan aplicar una estrategia completa para la fotoprotección de los niños, modificando el comportamiento y los hábitos relacionados con la exposición a los rayos solares tanto en el colegio y como en casa con la familia.
Las mejores y menos costosas estrategias de fotoprotección consisten en reducir el tiempo total de exposición al sol (por ejemplo, animando al niño a jugar en la sombra en las horas que más aprieta) y la protección física gracias al uso de ropa, sombreros y gafas de sol. Los fotoprotectores deben incorporarse a la rutina diaria de los niños, de la misma manera que los adultos.
Picadura de medusa
Dentro del agua de mar el principal enemigo de la piel infantil son las medusas. Pero, a pesar de las medidas que se toman cada año, siguen produciéndose picaduras de este animal.
Cuando ocurre, lo primero que hay que hacer es aplicar agua salada, evitar rascarse o frotar la zona y aplicar un tratamiento específico con corticoides tópicos y antihistamínicos porque, más allá del veneno inoculado por los tentáculos, puede producirse una reacción alérgica que puede causar dolor de cabeza, náuseas, mareos y hasta un shock anafiláctico.