Cómo blanquear los dientes en casa

La sonrisa es una parte importante de nuestra imagen pública. Por eso, cuando los dientes no están tan blancos como desearíamos, podemos tener miedo a mostrarlos.

Cada vez hay más personas que recurren al blanqueamiento de dientes, ya que permite recuperar el tono blanco y lucir la sonrisa que deseamos.

Qué determina el color de los dientes

El color de un diente en buen estado es blanco con tonos amarillentos o grisáceos y depende de dos partes básicas:

El esmalte, la superficie exterior que recubre el diente. Es translúcido, de color blanco o azulado.
La dentina, un tejido intermedio que representa la mayor parte del diente. Es opaca y de color amarillento.

Como el esmalte deja ver el color de la dentina, es esta la que finalmente determina el color del diente. De todos modos, hay pequeñas variaciones y gradaciones en el color que vienen determinadas por varios factores:

La superficie del diente: si es liso y regular, brilla más; por el contrario, si su superficie es irregular, parece más oscuro y translúcido, ya que el reflejo de la luz pierde intensidad.

El grosor del esmalte: si es muy fino, es más translúcido y permite ver la dentina, de modo que el diente será más amarillento. Y al revés: cuanto mayor grosor, menos translúcido y más luminoso es.

La composición del esmalte: el diente está hecho de materia orgánica, cristales inorgánicos y agua. Cuanta mayor proporción de cristal, más translúcido es. En cambio, si predomina la materia orgánica, el diente es más opaco y blanco.

Qué provoca el cambio de color

Con el paso de los años, los dientes pierden su blancura de forma parcial o completa, ya que su uso desgasta el esmalte y se ve más la dentina. A ello se suma el envejecimiento del tejido de la dentina, que la vuelve más anaranjada.

El resultado es que, con el tiempo, los dientes se tornan más oscuros o amarillentos.

Pero además del factor tiempo, existen otros factores que también influyen en los cambios de color. Son de dos tipos:

En el interior del diente: acostumbran a ocurrir mientras se forma este. Sus causas más comunes son:
• Alteraciones hepáticas, metabólicas, hemolíticas…
• Tomar determinadas sustancias, como las tetraciclinas (antibiótico).
• Falta de vitaminas.

También pueden producirse después de la formación de los dientes, en cuyo caso sus causas suelen ser endodoncias, caries o traumatismos.

En el exterior del diente: tienen lugar cuando se depositan sustancias con pigmentos o cromógenes que provocan manchas en el esmalte. Las más habituales son:
• Ingesta de determinados alimentos y/o bebidas: café, té, vino tinto, refrescos de cola, remolacha, azafrán…
• El tabaco (cigarrillos, puros o pipa), que deposita nicotina y alquitrán sobre la superficie del esmalte y amarillea los dientes.
• Malos hábitos de higiene bucal.

Cómo revertir el cambio de color

El tratamiento a seguir dependerá de las causas que lo originan.

En el primer caso, cuando el cambio de color se produce por factores internos del diente, es muy difícil de eliminar las manchas y su tratamiento requiere acudir a una clínica dental.

En el segundo caso, cuando los cambios se producen por factores externos, se pueden revertir de tres formas:

1. Blanqueamiento en casa: las pastas dentífricas blanqueadoras

Las pastas de dientes y colutorios blanqueadores son una buena opción para mejorar el aspecto de la boca, pues pueden contener algunos ingredientes abrillantadores que algunos productos no poseen y, en general, están diseñados para tener un efecto progresivo.

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Las pastas de dientes blanqueadoras contienen elementos ligeramente abrasivos para eliminar las manchas del esmalte y han pasado rigurosos controles de calidad. Se puede pedir consejo sobre qué producto elegir en cualquier farmacia cercana.

Aunque sus resultados no son igual de eficaces que el tratamiento en clínica dental, sí ayudan a recuperar el blanco natural de los dientes. Además, ayudan a mantener el blanqueamiento dental realizado en clínica.

Existen blanqueadores desaconsejados, los denominados abrasivos, que dan una apariencia más blanca pero a costa de desgastar la superficie de los dientes, que se pierde y no se regenera.

2. Blanqueamiento ambulatorio: prescripción profesional, aplicación en casa

Consiste en usar productos blanqueadores que han sido prescritos en la clínica y que pueden aplicarse en casa.

Suelen ser productos que contienen el mismo ingrediente que el usado para el tratamiento en clínica, el peróxido de hidrógeno, aunque en una concentración menor. Además, se diseñan dos férulas, una para la parte superior de la boca y otra para la zona inferior.

Todo ello bajo supervisión y seguimiento del odontólogo.

3. Blanqueamiento en clínica: tratamiento dental por un dentista

Los tratamientos para el blanqueamiento dental pueden causar hipersensibilidad dental e irritación de las encías, por lo que deben hacerse en una clínica dental con personal cualificado.

Este procedimiento tiene resultados excelentes y se hace de forma bastante rápida: lleva poco más de una hora. Suele basarse en la aplicación de peróxido de hidrógeno altamente concentrado, o de peróxido de carbamida, que a su vez se transforma en peróxido de hidrógeno. Para obtener el efecto blanqueador, se utilizan diferentes técnicas basadas en aplicar luz y/o calor, ya sea a través de una luz LED, un láser, una lámpara de plasma u otros medios.

Puede ser caro, pero su alta efectividad inmediata en comparación con el resto de alternativas compensa los costes, por lo que muchas personas se decantan por esta opción.

Antes de realizar el tratamiento debe tratarse cualquier caries o enfermedad de las encías, así como solucionar la sensibilidad dental a alimentos y bebidas frías o calientes.

El tratamiento dental no se aconseja en caso de llevar dentaduras, coronas dentales o fundas, en cuyo caso es más recomendable sustituirlos por otros más blancos.

Remedios caseros no recomendados

Por otro lado, también existen métodos con cierta difusión que pueden eliminar las manchas de la superficie de los dientes, pero que suponen riesgos y pueden tener efectos indeseados.

Cepillarse los dientes con bicarbonato de soda, un abrasivo que ayuda a deshacerse de las manchas en el esmalte, pero que es un remedio lento con el riesgo de erosionar el esmalte, haciendo que pierda brillo.

El peróxido de hidrógeno, conocido como agua oxigenada, un remedio casero que, usado en exceso, puede generar sensibilidad dental e irritación de las encías.

Cepillarse con sal y zumo de limón, una mezcla que actúa como agente blanqueador, pero cuyo uso excesivo puede erosionar el esmalte.

Usar papel de aluminio para envolver los dientes con pasta dentífrica mezclada con sal y/o bicarbonato de sodio, una técnica de eficacia no demostrada y que, como el resto de remedios caseros, conlleva efectos secundarios.

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