Si la piel pica a menudo sin motivo aparente sin poder parar de rascarse, si el bebé tiene la piel seca o sufre descamación, si se sufre de eccema, sarpullidos o enrojecimiento con cierta frecuencia, es importante saberlo: estos son los síntomas más frecuentes de una dermatitis atópica o, más coloquialmente, piel atópica.
Pueden padecerlo tanto adultos como niños, aunque suele empezar en la infancia y es un motivo de consulta habitual con los pediatras. De hecho, es la enfermedad de la piel más frecuente en la infancia, y afecta a entre el 2 y el 20% de niños, dependiendo del país.
La piel atópica es la enfermedad de la piel más frecuente en la infancia.
¿Qué hay que hacer? Primero de todo, entender que la piel o la piel del hijo es más sensible que la de otras personas y se deberá cuidar adecuadamente.
En la mayoría de niños, tiene remedio y desaparece entre los 3 y 6 años. Pero en los adultos, la evolución es fluctuante. Y al ser un trastorno crónico, no contagioso, necesita un tratamiento especial que evite o reduzca sus síntomas.
En la mayoría de niños, tiene remedio y desaparece entre los 3 y 6 años. Al ser un trastorno crónico, no contagioso, necesita un tratamiento especial que evite o reduzca sus síntomas.
¿Por qué afecta a unas personas y no a otras? Pues muy probablemente por una predisposición individual a ciertas enfermedades de origen alérgico, por causas que suelen ser hereditarias.
La persona con piel atópica también tiene mayor predisposición a padecer asma bronquial, rinitis, conjuntivits o urticaria, todas ellas de origen alérgico.
¿En qué época del año suele aparecer?
La evolución fluctúa con el tiempo, pero algunas estaciones del año son más propicias para los brotes:
En primavera y otoño, la piel suele empeorar por los cambios bruscos de temperatura propios de estas épocas. Así, aparecen brotes atópicos que se caracterizan por una mayor sequedad y un intenso picor, que provoca el rascarse y, con ello, lesiones rojizas.
En invierno, con el cambio de estación tras el otoño y el clima seco y frío, también suelen darse brotes esporádicos, a causa del clima, infecciones o piel seca.
Por el contrario, en verano la piel está mejor, gracias a factores como la mayor humedad, la exposición al sol, el contacto con el agua de mar y el no usar ropa irritante como la lana. Como excepción, puede darse algún enrojecimiento aislado, piel seca o algún picor.
Causas de la piel atópica
Suele tener relación con la sensibilidad alérgica y la herencia genética.
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Hay 2 grandes causas habituales:
Factores internos inmunológicos, que provocan un funcionamiento incorrecto de la piel.
Factores externos no inmunológicos, como el estrés, la estación del año o la contaminación.
Consejos generales
Es importante seguir estos consejos para que el picor no se convierta en compañera de vida:
- Hay que hidratar bien la piel con crema hidratante, para restaurar la barrera protectora de la piel y mejorar la resistencia a polen, polvo o pelos de animales.
- Se debe mantener la higiene diaria con duchas cortas y evitar el baño, excepto en bebés. Luego, hay que secar la piel con toques suaves y evitando frotar.
- Se recomienda utilizar productos específicos para la piel atópica.
- Hay que elegir ropa ligera y de algodón, intentando evitar la lana o las fibras sintéticas.
- Se deben ventilar las habitaciones.
- Se debe intentar no dormir cerca de fuentes de alérgenos, como pueden ser plantas, peluches o animales.
- Es importante cuidar la alimentación y, en la medida de lo posible, evitar el estrés.
- Se deben mantener las ventanas del coche cerradas.
- No hay que tumbarse nunca en el césped sin toalla.
¿Qué hacer en caso de brote?
Ante un brote activo, se suele utilizar y recomendar, bajo prescripción médica, corticoides en crema, los cuales consiguen, en la mayoría de los casos, controlarlo de forma rápida.
Posibles complicaciones
Con piel atópica, la piel es más sensible y menos resistente a los microorganismos, por lo que puede dar lugar a infecciones bacterianas, causadas en el 90% de los casos por Staphylococcus aureus. Ante su presencia, la piel reacciona con la inflamación, agravando la enfermedad.
La piel atópica en bebés y niños
La piel atópica en bebés o niños es un motivo habitual de preocupación de los padres. En ese caso, vale la pena saber algunas cosas que les pueden afectar, pero sobre todo debe consultarse siempre con el pediatra.
Primero de todo, ¿cómo saber si un hijo tiene piel atópica? Los síntomas más habituales son la inflamación, prurito, enrojecimiento y costras, lo que les causará irritabilidad y, lo que es más difícil evitar, picor. Y al rascarse, el bebé rompe la barrera protectora de la piel y la debilita, provocando lesiones y la entrada de gérmenes, especialmente en la cara, cuero cabelludo, tronco y extremidades.
Los síntomas más habituales son la inflamación, prurito, enrojecimiento y costras.
Como buena noticia, hasta en un 80% de los casos, y con el paso de los años, la piel atópica simplemente desaparece.
Consejos para los pequeños
- Hay que evitar ropa de lana.
- Es preferible evitar prendas con el cuello doblado.
- Se debe lavar la ropa con jabón neutro, sin lejía ni suavizante.
- Hay que evitar la proximidad a los radiadores, especialmente en la escuela.
- Hay que evitar el uso de materiales como el látex, plantas como el ficus, pequeños animales, jugar con plastilina, etc.
- El cloro de la piscina puede ser irritante, por lo que es importante darse una ducha justo después de bañarse en la piscina, secando con toques suaves y aplicando una crema hidratante.
- Se deben utilizar los productos habituales de verano para protegerse del sol (aunque la exposición moderada mejora el eczema).