Cómo cuidar tu piel a partir de los 30

El paso de los años es una realidad irreversible, en la que acumulamos experiencia mientras nuestro organismo envejece y, con él, también nuestra piel. Se trata  de un proceso que ya empieza a hacerse visible a partir de los 30 años. Pero, ¿por qué ocurre? Y, sobre todo, ¿cómo podemos evitarlo o retrasarlo?

Para responder a estas preguntas, primero debemos conocer cómo funciona nuestra piel y por qué envejece. 

Así es tu piel por dentro

La piel es el órgano más extenso del cuerpo. Nos rodea, nos protege, nos pone en contacto con el mundo exterior gracias a millones de terminaciones nerviosas que captan texturas, temperaturas, presiones y agresiones.

Esta muralla sensible está constituida por tres capas diferenciadas.

La epidermis es la más superficial y actúa como la primera barrera defensiva frente a microorganismos nocivos.

La hipodermis, o tejido subcutáneo, es la capa más profunda y sirve de conector entre la piel y el resto del organismo. 

La dermis es la capa intermedia, la más gruesa y la que más nos interesa para entender el proceso de envejecimiento, pues aquí se encuentra el fibroblasto y se sintetizan de forma natural tres sustancias muy importantes:

  • El ácido hialurónico y la enzima hialuronidasa, que se encarga de destruir el primero con el tiempo.
  • La fibronectina, una glicoproteína presente también en la matriz extracelular.
  • El colágeno, una proteína que sirve como esqueleto de sujeción para nuestra piel. 

La clave del envejecimiento, como ya habrás adivinado, está en la disminución de estas sustancias.

¿Cómo y por qué envejece la piel?

Nuestro organismo fabrica el colágeno y las demás sustancias de la dermis de manera natural, con mucho vigor al principio. ¿No es la piel de los niños suave y elástica? ¿No se regenera y cicatriza con mayor rapidez? 

Sin embargo, al llegar a los 30 años, este proceso empieza a ralentizarse. A partir de los 40 años se reduce hasta un 1% anualmente y, a partir de los 70 años, hasta un 30% anual. 

Esto es lo que llamamos envejecimiento, aunque sería mejor llamarlo cronoenvejecimiento, pues se debe al  paso del tiempo. Además existe un segundo tipo, el fotoenvejecimiento, causado por largas exposiciones al sol sin el uso debido de un fotoprotector. E incluso ha surgido un nuevo término, el “envejecimiento digital”, que es consecuencia de una alta exposición a luz azul por un uso excesivo de dispositivos electrónicos como teléfonos, tablets y ordenadores.

En el caso del envejecimiento cronológico, el problema es que la piel sufre cambios fisiológicos con los años. Además de reducir la producción de colágeno, la dermis se vuelve más fina y la unión dermo-epidérmica menos sólida. En el caso de las mujeres, además, hay que sumar los efectos de la menopausia: la disminución de estrógenos da lugar a una piel más seca y fina.

Sin embargo, sólo un tercio del envejecimiento de la piel se debe a procesos fisiológicos. El resto es causado por lo que actualmente se denomina “exposoma”, un término que ha hecho fortuna y que engloba todo aquello que nos rodea y que influye directamente en nuestra vida y nuestra piel. El humo del tabaco, la contaminación, el estrés o la falta de sueño, son factores que afectan al bienestar de nuestra piel, aunque, de todo el exposoma, seguramente el factor más destructivo sea el sol.

La radiación UVA no sólo estimula el melanocito para producir melanina. También destruye las fibras de colágeno y elastina. Cuando los rayos UVA llegan a la dermis, dan lugar a la formación de unas sustancias denominadas radicales libres, que activan las metaloproteinasas. Éstas son unas enzimas encargadas de destruir el colágeno, y no sólo se generan con la radiación UVA; ¡la luz visible y la infrarroja también pueden generarlas!

Al destruirse el colágeno, que ya se estaba reduciendo por el tiempo, el resultado es una aceleración del envejecimiento: la dermis se adelgaza, ya no soporta la epidermis, se pierde la firmeza y se empiezan a formar arrugas. Todo esto, acentuado si no hemos cuidado nuestra piel de la manera adecuada.

Afortunadamente, existen muchas formas de cuidar y proteger la piel para retrasar ese proceso de envejecimiento.

El cuidado de la piel a partir de los 30

Para el cuidado de la piel, cuando rebasamos la treintena, lo que buscamos son cosméticos con texturas denominadas enriquecidas o nutritivas. El motivo es que estas pieles producen cada vez menos grasa, con la barrera epidérmica progresivamente desestructurada, en la que existe mayor evaporación de agua epidérmica. 

Para combatir esta deshidratación contamos con activos como la urea, la manteca de karité, el aceite de almendras, el de rosa mosqueta o la alantoína, entre otros. Cuando selecciones un cosmético, te interesa que contentan algunos de estos activos, ya que favorecerán la nutrición e hidratación de la piel, y producirán mayor confort en la misma. Las texturas tipo sérum, acompañadas de una textura de tipo crema, reforzarán esa nutrición e hidratación, y evitarán las molestias como picores o tirantez.

Sin embargo, la base de cualquier rutina cosmética es siempre la limpieza. La piel necesita respirar y deshacerse tanto de sus propias secreciones como de restos de maquillaje, o de la polución rutinaria.  Por tanto, hay que establecer una rutina de limpieza diurna y nocturna. Conviene emplear limpiadores hidratantes y de tipo Syndet, para combatir esa pérdida de agua antes explicada. Junto a los tónicos y las emulsiones, los bálsamos y los aceites, son las texturas que mejor acogen las pieles a partir de los 30.

El tratamiento cosmético: la pirámide de cuidados de la piel

¿Cómo enfocar un tratamiento cosmético completo para la piel a partir de los 30, más allá de la limpieza y las texturas hidratantes y nutritivas? A mí me gusta seguir los preceptos de la Dra. Zoe Draelos, una famosa dermatóloga que desarrolló la llamada pirámide de cuidados de la piel. Esta pirámide sirve para estructurar la rutina cosmética y conseguir una piel de aspecto sano y saludable, además de retrasar el crono y el fotoenvejecimiento de la misma.

¡Comencemos a subir escalones en busca de una piel tersa y firme!

El primer escalón: antixodiantes y fotoprotección

Ya hemos visto que la exposición prolongada al sol provoca la destrucción de fibras de colágeno y da lugar al envejecimiento prematuro de la piel, además de ocasionar manchas. Pero no es solo eso: el sol también provoca daño en el material genético de la piel, y ese daño, acumulado de forma consecutiva en el tiempo (las quemaduras solares que sufrimos a lo largo de nuestra vida) puede ocasionar lesiones como un cáncer de piel.

Por tanto, la fotoprotección debe ser la base del cuidado de la piel de manera diaria. Debemos buscar un fotoprotector de amplio espectro que nos proteja frente a la radiación UVA, UVB, visible e infrarroja

Además, actualmente muchos fotoprotectores añaden a su formulación activos hidratantes, así como antioxidantes y enzimas reparadoras del daño solar. Y eso es fantástico, porque son los primeros activos en la base de la pirámide, ya que actúan como preventivos. Los que más te interesan son:

  • La vitamina C, el más famoso de los antioxidantes. Una vitamina que, además de neutralizar a los radicales libres, es iluminadora y despigmentante. También participa en la melanogénesis (el proceso de formación de la mancha) inhibiendo una enzima implicada, la tirosinasa. 
  • La vitamina E, el hidroxitirosol o el resveratrol, que son otros antioxidantes de similar eficacia contra el envejecimiento de la piel.
  • Hidratantes y emolientes como los mencionados antes, o como la glicerina, que ayuden a retrasar la pérdida de firmeza.
  • El ácido hialurónico, ese polisacárido natural de nuestra piel, de gran acción higroscópica, que se va perdiendo con el tiempo. Es capaz de captar mil veces su peso en agua, por lo que nos interesa mucho proporcionárselo.
  • Los proteoglicanos funcionan de forma similar al ácido hialurónico. Son macromoléculas formadas por uniones de glicosaminoglicanos y proteínas que están presentes en la matriz extracelular, y también captan un millar de veces su peso en agua. A menudo se encuentran en formato ampolla.

El segundo escalón: los transformadores

Cumplida la prevención, el segundo escalón en la pirámide de cuidados de la piel son los activos transformadores, es decir, aquellos sobre los que tenemos evidencia científica de que van a actuar frente al envejecimiento ya producido: las arrugas, manchas, tono y textura irregular de la piel.

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Hay una gran variedad de estos activos transformadores, y algunos funcionan mejor que otros. Estos son los que más te interesan para tus productos cosméticos.

  • Los retinoides, sobre cuya función antiedad existe amplia evidencia. Derivan del betacaroteno y entre sus efectos, destacan la disminución en la formación de enzimas que degradan el colágeno, la acelerada regeneración de la piel, y su papel coadyuvante en tratamientos despigmentantes.  Además, mejoran el tono y textura de la piel, reducen las líneas finas de expresión, y aumentan la elasticidad de la piel.

Las contras: pueden provocar irritación, enrojecimiento y deshidratación en la piel, entre otros efectos indeseados, por lo que las pieles más maduras necesitarán buscar formulaciones en textura crema, o complementar con productos que recuperen y refuercen la función barrera de la piel. 

Entre los retinoides, destacan los ésteres del retinol (como el retinil palmitato o retinil acetato), mejor tolerados y recomendados para iniciarse en el mundo de los retinoides. 

Para un mayor efecto tenemos el famoso retinol, formulado entre un 0,1-0.5%. Y el último paso antes de transformarse en ácido retinoico (que sólo puede tomarse bajo prescripción médica) es el retinaldehído

Este tipo de activos conviene utilizarlos por la noche, ya que realizan una renovación y exfoliación de la piel, y es mejor que ello ocurra cuando nuestro organismo está “recargando”, y nuestra piel protegida, en casa.

  • Los hidroxiácidos, otro grupo de activos muy interesantes para retrasar el envejecimiento de la piel, ya que aumentan el colágeno presente en la dermis, y estimulan la producción de hialurónico. Existen dos grandes grupos que sirven al bienestar de nuestra piel: los betahidroxiácidos y los alfahidroxiácidos.

Los betahidroxiácidos, con el salicílico como referente principal, son de uso preferible en pieles grasas, porque son liposolubles, son afines al sebo de la piel y tienen acción queratolítica. En pieles secas podemos utilizarlo para mejorar la textura de la piel, pero en menores concentraciones y a días alternos, ya que podría provocar cierta deshidratación. 

Dentro de los alfahidroxiácidos tenemos el famoso glicólico, láctico o cítrico. Suelen irritar con mayor facilidad debido a que están formulados a un pH más ácido que el pH de la piel. 

Sin embargo, la mejor opción en pieles maduras y más deshidratadas es un tercer grupo, los polihidroxiácidos. Son moléculas más voluminosas, más hidratantes y menos irritantes, que reúnen las ventajas de los dos anteriores. Entre ellos, por su acción sobre la dermis destacan la gluconolactona, el lactobiónico o el maltobiónico. 

  • Los despigmentantes, activos que combaten las manchas de la piel, y que utilizaremos o complementaremos en la rutina cosmética, según cada necesidad. Destacan el kójico, la arbutina, el azelaico, la niacinamida, entre otros.

El tercer escalón: los estimuladores dérmicos

La pirámide de cuidados de la piel culmina con esta categoría, los estimuladores dérmicos, que son especialmente interesantes para las pieles más maduras. Se trata de activos que estimulan los fibroblastos para que produzcan las proteínas que dan sostén a la piel: colágeno, elastina, hialurónico o fibronectina. 

Estos estimuladores son los péptidos (como el argireline o el seriseline) y los factores de crecimiento. Su efecto principal es la mejora en la apariencia de las arrugas en reposo.

Las técnicas invasivas para el cuidado de la piel

Todo lo explicado hasta aquí es tratamiento cosmético: se aplica sobre la piel para mantener o mejorar su aspecto de forma no invasiva. Sin embargo, existen técnicas invasivas indicadas, supervisadas y ejecutadas por el dermatólogo o el médico estética.

Entre ellas destacan la mesoterapia, los peelings, los rellenos con hialurónico, la toxina botulínica o el láser. Sin olvidar la otra opción: recurrir a cirugías como el lifting o la blefaroplastia.

Sin embargo, antes de pasar por el quirófano o por tratamientos invasivos, hay muchas cosas que puedes incorporar a tu día a día para trabajar en la prevención, y en el cuidado y el bienestar rutinario de tu piel.

Cuidar tu piel a partir de los 30: claves de prevención

¿Recuerdas al principio, cuando te hablé sobre el exposoma? Todos esos factores externos que afectan a nuestra piel pueden combatirse con pequeños actos diarios. Al final, se trata de cuidarse: si cuidas tu organismo en general, tu piel se ve beneficiada.

Una buena higiene del sueño es esencial: intentar no utilizar dispositivos electrónicos al menos 2 horas antes de ir a dormir, no estimularse, mantener el lugar de descanso en calma y con poca luz para conciliar mejor el sueño. Y dormir las horas debidas cada noche. En ocasiones pueden ser muy útiles los productos dietéticos basados en la melatonina, una hormona cuya síntesis en nuestro cerebro, bajo condiciones de estrés o por otros motivos, puede reducirse mucho. 

Una dieta equilibrada es otro factor clave. Necesitas alimentos ricos en antioxidantes como la vitamina C y la E, omega 3, calcio, vitamina D (en mujeres, muy especialmente tras la menopausia, ya que su producción y absorción disminuyen) o flavonoides, nutrientes que tu piel recibirá con agrado.

En los últimos años, de hecho, se habla cada vez más de nutricosmética, es decir, de suplementos orales para retrasar el envejecimiento de la piel. Aún no existe una amplia evidencia, pero si que hay estudios en los últimos años que respaldan la toma de determinados micronutrientes o macronutrientes para mejorar el tono o firmeza de la piel

Estos productos de nutricosmética suelen llevar colágeno y hialurónico, además de antioxidantes como la vitamina C, elastina, zinc o selenio.

Acumula experiencia sin acumular arrugas

Nadie puede huir del tiempo, pero todos podemos poner de nuestra parte para que el envejecimiento de la piel no vaya ni un segundo más rápido de lo indispensable. Los cuidados que requiere la piel a partir de los 30 deben enfocarse en prevenir tanto el fotoenvejecimiento como el cronoenvejecimiento. Y, como hemos visto, con el uso de la cosmética adecuada, la guía de un profesional sanitario y unos buenos hábitos higiénico-dietéticos tendrás la mejor defensa contra ambos.

¡Pon en práctica lo aprendido desde hoy mismo, y daleca tu piel el bienestar y el cuidado que merece!

Bibliografía:

– Libro Cuestión de piel Doctora Yael Adler.

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