En 2050, los mayores de 65 años representarán el 30% de la población española, según el último Estudio de Proyecciones de Población del Instituto Nacional de Estadística. Para entonces, España se habrá convertido en el país más envejecido de la tierra, según Naciones Unidas.
Estos datos vienen a constatar una realidad: el envejecimiento de la población derivado del aumento de la esperanza de vida que se sitúa, actualmente, en los 79 años para los hombres y en los 85 años para las mujeres.
Nuestro envejecimiento demográfico pone de manifiesto el éxito de las políticas de salud pública, así como del desarrollo social y económico que hemos vivido en los últimos años.
Sin embargo, teniendo en cuenta que transcurriremos en la vejez casi un tercio de nuestra vida, se plantean muchas dudas y desafíos que hasta ahora no existían. Unos de ellos es cómo afrontar esta etapa desde el punto de la vista de la salud y del bienestar.
En otras palabras, se presenta la necesidad de dar con fórmulas que garanticen la calidad de vida entre los más mayores para que puedan disfrutar de la última etapa de su vida. En este sentido, el envejecimiento activo trata de ofrecer soluciones para que cumplir años sea un gusto y no un castigo.
¿Qué es el envejecimiento activo?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento activo como “el proceso de optimización de oportunidades de salud, participación y seguridad con el objetivo de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen; permite a las personas realizar su potencial bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades”.
Este concepto, promovido por la OMS, busca reemplazar al “envejecimiento saludable” tratando de darle un nuevo significado más completo. El envejecimiento activo tiene en cuenta las necesidades así como los derechos de igualdad de oportunidades y de trato de las personas mayores. Por lo tanto, trata de asegurar la calidad de vida de las personas durante la vejez y darle un sentido positivo. ¿Pero cómo conseguirlo?
El envejecimiento activo trata de asegurar la calidad de vida de las personas durante la vejez y darle un sentido positivo.
Los tres pilares del envejecimiento activo
En el primer lugar está la participación a través del derecho y de la necesidad de las personas mayores de mantener un vínculo y un papel activo en la sociedad. Por lo tanto, es fundamental promover y facilitar su integración.
Otro concepto fundamental es la seguridad, que pasa por ofrecer, desde las instituciones, una protección adecuada frente a situaciones de riesgo o de necesidad desde el punto de vista social, económico y, por supuesto, sanitario.
Y, por último, está el envejecimiento activo, que juega un papel fundamental en la salud. No solo se trata de curar las enfermedades que puedan surgir con el avance de los años, sino de promover hábitos saludables para prevenir dolencias y retardar la dependencia.
Cómo practicar un envejecimiento activo desde el punto de vista de la salud
El envejecimiento activo es un concepto que engloba diversas áreas y todas deben ser atendidas. Sin embargo, para poder disfrutar de, por ejemplo, autonomía e independencia es importante tener un buen estado de salud, por lo que es importante promover, sobre todo, los siguientes hábitos para favorecer el envejecimiento activo: el ejercicio físico, la actividad mental y la alimentación saludable.
Practicar deporte de forma habitual
Cumplir años no debe de ser un obstáculo para practicar ejercicio. Al contrario, la actividad física moderada reduce en un 50% la mortalidad cardiovascular en mayores de 65 años y disminuye el riesgo de un episodio cardiovascular aguado en más de un 30%, según un estudio de una universidad de Finlandia.
El deporte, de hecho, ayuda a combatir uno de los principales problemas que surgen con la edad: la pérdida de masa y potencia muscular que causa caídas y que, en algunos casos, puede derivar en discapacidad. No existen fármacos ni tratamientos médicos para combatir este problema, tan solo sirve la práctica de ejercicios de fuerza que fortalezcan los músculos del cuerpo.
El ejercicio también reduce la probabilidad de padecer otras dolencias como la diabetes o la obesidad, de sufrir ansiedad o depresión y favorece el bienestar general, la movilidad articular y la actividad respiratoria, entre otras.
Con 30 minutos de actividad moderada cinco veces a la semana es suficiente. Se recomienda, también, combinar actividades como salir a andar con ejercicios de fuerza cogiendo pesos ligeros y hacer estiramientos suaves que no generen dolor.
Hacer gimnasia mental para mantener el cerebro activo
Además del cuerpo, también es importante mantener el cerebro activo y ágil durante toda la vida. A partir de cierta edad, este órgano comienza a experimentar ciertos cambios que suelen afectar a la memoria o a la atención, por lo que es importante practicar gimnasia mental que ayuda a prevenir o retrasar el deterioro cerebral.
Es importante practicar gimnasia mental que ayuda prevenir o retrasar el deterioro cerebral.
La clave reside en hacer trabajar al cerebro y que las neuronas se mantengan activas cada día, por lo que es aconsejable apagar “el piloto automático” con el que se ejecutan las tareas diarias. Esto se consigue con acciones tan sencillas como cepillarse los dientes con la mano contraria a la habitual, cambiar la ruta por la que se va cada día a comprar el pan o aprender cosas nuevas.
Una de las claves para un envejecimiento activo es realizar las tareas diarias de forma distinta.
Comer rico y bien es más importante que nunca
Como decía Hipócrates, “que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”. Aunque llevar una dieta saludable es fundamental a lo largo de toda la vida, durante la vejez es importante adaptar la ingesta de alimentos a los cambios que sufre el cuerpo en esta etapa vital, a posibles enfermedades y, por supuesto, al nivel de actividad que suele ser mucho menor.
En consecuencia, llevar una dieta correcta es clave para la salud de los mayores, ya que ayuda a retrasar el envejecimiento y a obtener las energías necesarias para que el cuerpo funcione correctamente. Por lo general, se recomienda reducir el consumo de calorías vacías y potenciar la ingesta de proteínas, fibras y vitaminas. Es aconsejable, por ejemplo, comer alimentos que proporcionan nutrientes y que sean bajos en calorías: frutas, vegetales, granos integrales, pescados, carnes magras, semillas, etc.
Además de la dieta, el consumo de agua es vital en las personas mayores. A partir de cierta edad, el porcentaje de agua en el cuerpo disminuye, por lo que se recomienda tomar un mínimo de dos litros al día para compensarlo.
En un contexto demográfico en el que el número de mayores aumenta de forma imparable resulta clave encontrar soluciones que les permitan prolongar su bienestar y autonomía para que así, al mismo tiempo, puedan tener un papel activo en la sociedad que se beneficiará de toda su sabiduría y experiencia.