La pregunta de si es bueno o malo lavarse el pelo a diario está muy extendida y no siempre tenemos la respuesta adecuada para ella.
No existe una única respuesta correcta. Diferentes factores pueden inclinar la balanza hacia un lavado diario o una limpieza con una periodicidad mayor. La clave para responder a esta cuestión reside en saber muy bien cómo es el cabello y sobre qué tipo de piel se asienta.
Factores para decidir la frecuencia del lavado
Son varios los elementos que se deben tener en cuenta a la hora de determinar cada cuánto tiempo conviene lavarse el pelo.
- Las características del cabello. Como norma general, aquél que es liso y fino o muy fino, tiene una mayor tendencia a engrasarse porque la grasa que producen las glándulas sebáceas le resulta más fácil propagarse. Por el contrario, cuando el pelo es rizado o áspero, el sebo encuentra más dificultades para extenderse.
- Los posibles tratamientos que se estén realizando. Si una persona usa tintes u otro tipo de remedios es probable que su efecto desaparezca más rápido si se lava el pelo a diario.
- La fragilidad. Si el cabello se cae fácilmente o las puntas se abren con frecuencia, lavarlo cada día no hará que se caiga más, pero puede que las fibras capilares se rompan al estar húmedas o durante el proceso de secado.
- El champú. El producto que se utilice para la higiene capilar puede influir en la frecuencia necesaria de uso. Por ejemplo: un pelo muy graso obliga a lavarlo cada día, pero es recomendable hacerlo cada dos, pues al ser seborregulador, los champús para este tipo de cabellos pueden deshidratar la raíz más de lo deseado.
- La edad. A mayor edad, menor producción de sebo. Las glándulas sebáceas de los adolescentes y algunos adultos jóvenes se encuentran en su apogeo de producción de grasa, lo que también propicia el acné. A estas edades conviene incrementar la frecuencia de lavado.
- El nivel de actividad física. Aunque parezca obvio, quien practica ejercicio diario necesita lavar su cabello más a menudo porque suda y se ensucia más.
- La época del año. En verano la cabeza está más expuesta a los rayos solares y la humedad, hecho que puede secar el pelo con mayor facilidad y requerir un punto extra de hidratación con un champú adecuado. En los meses más fríos, en cambio, es probable que la melena se exponga menos a la agresión de agentes ambientales externos, por lo que podría ser más fácil reducir la frecuencia de lavado.
- El lugar de residencia. No requiere el mismo cuidado el cabello de quien vive en una población rural que el de aquel que habita en una gran ciudad, pues estará más expuesto a la contaminación.
En conclusión, lavarse el pelo todos los días no es ni bueno ni malo, todo depende de una serie de factores de los que no siempre se puede tener el control.
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¿De qué están hechos los champús?
Los ingredientes que componen el boté de champú que descansa en el cuarto de baño también influyen a la hora de decidir la frecuencia de lavado.
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Aunque existen variaciones, todo buen champú contiene:
- Agua. Es el elemento de base. Ofrece acuosidad al preparado y facilita su uso.
- Detergente. Es una de sus principales características. La proporción varía dependiendo de cada producto.
- Ácido cítrico. El más habitual es el citrato de sodio, que se emplea para dar brillo y suavidad a las cutículas (capa exterior del cabello).
- Acondicionador. El champú hace que el cabello pierda su equilibrio eléctrico. Los pelos electrificados tienden a repelerse y se enredan con mucha facilidad. El acondicionador evita esta situación porque reviste una tenue capa de grasa que protege el cuero cabelludo y reduce la fricción entre los mechones, lo que permite un peinado más fácil.
- Pantenol. Es una molécula derivada de la vitamina B5. El pantenol es un poderoso humectante que absorbe tanto el agua como la humedad del aire. La absorción de la humedad hace que el tallo del cabello se hinche para acomodar el agua extra, consiguiendo que el pelo fino tenga un aspecto más grueso. Esta humedad adicional, además de mejorar el aspecto general del cabello, consigue indirectamente una estimulación de su crecimiento. El pantenol también actúa como hidratante y emoliente.
La clave para responder a esta cuestión reside en saber muy bien cómo es el cabello y sobre qué tipo de piel se asienta.
Guía básica para escoger champú
Un pelo bien cuidado se ve a primera vista y en general la norma debería ser lavarlo siempre que se note sucio. Lo importante es con qué producto se asea y asegurarse de que el champú lo protege, lo nutre y le da el vigor que necesita.
Para el mejor cuidado del cabello, independientemente de su frecuencia de lavado, para escoger champú es esencial:
- Leer la etiqueta del producto antes de comprarlo en la farmacia y asegurarse de que esta loción le va bien a su cabello por las características que describe.
- Confirmar que está compuesto por un PH ligeramente ácido, de lo contrario el cuero cabelludo se debilitará.
En caso de duda conviene consultar con el dermatólogo de confianza. El farmacéutico es la persona que mejor escogerá la tipología de producto que el especialista prescriba.