Aunque tenemos claro que la protección solar debe ser de vital importancia para nuestra salud no solo durante los meses de primavera y verano, lo cierto es que el asunto se torna especialmente delicado a partir de Semana Santa por el aumento de intensidad de los rayos del sol.
Utilizar protección solar no solo nos salva de las temidas quemaduras, también nos ayuda a mantener una piel sana y fuerte, que no pierda elasticidad, y por supuesto nos protege de la radiación ultravioleta, responsable de crear anomalías en el material genético de nuestras células de la piel, lo que puede dar lugar a patologías y enfermedades como el cáncer.
Después de contarte cómo usar correctamente el protector solar o cómo proteger la piel de los niños del sol, hoy queremos aclararte cómo funciona y cómo debe ser un buen protector solar, así como algunos mitos que rodean este asunto.
¿Cómo funciona el protector solar en la piel?
Los productos solares son formulados para funcionar de barrera protectora entre los rayos ultravioleta del sol y nuestra piel, que cumplen esta función gracias a los filtros minerales que la reflejan y a los filtros químicos que absorben la luz,evitando así que la piel se queme.
Por otro lado, la importancia de la protección solar ha aumentado enormemente en los últimos años, ya que ahora la radiación UVA y UVB es mucho más agresiva que hace, por ejemplo, 15 años. Según apuntan los expertos, entonces las lesiones cancerígenas solían aparecer alrededor de los 50 años en adelante, pero a día de hoy se dan casos de lesiones precancerígenas en pacientes a partir de los 30.
Utilizar protección solar no solo nos salva de las temidas quemaduras, también nos ayuda a mantener una piel sana y fuerte y nos protege de la radiación ultravioleta.
El motivo hay que buscarlo en los cambios producidos en la capa de ozono, que hacen que dicha radiación incida de forma mucho más directa en nuestro organismo.
Un buen protector solar: ¿cuál elegir?
A la hora de escoger un protector solar y con tantas opciones disponibles en el mercado, ¿por cuál debemos decantarnos?
Más allá de los formatos disponibles (en spray, en crema, en loción, etc.), debes fijarte en primer lugar en que el fotoprotector cumpla con las normativas del sector. Adquiriendolo en una farmacia te asegurarás de que este requisito tan importante se cumple.
A partir de aquí, el solar escogido debe indicar siempre protección UVA y UVB y debe ser “fotoestable”, lo que significa que su capacidad de actuar como filtro permanente ante la exposición solar o del agua es estable, aunque hay que recordar que es recomendable re-aplicar el solar después de cada baño para garantizar su máxima eficacia.
En resumen, estos son los aspectos en los que debes fijarte al adquirirlo:
- Debe señalar la categoría de protección SPF, siendo hasta 10 baja, hasta 25 media y hasta 50 alta.
- Debe cumplir con las normativas europeas (algo que te asegurará, como decíamos, el adquirirlo en una farmacia).
- Debe proteger también contra los rayos UVA ya que, a pesar de ser menos nocivos para la salud que los UVB, son los que llegan en mayor cantidad a la Tierra y, por tanto, a nosotros.
¿Qué significa el número de factor de protección solar?
Otra de las dudas más comunes con respecto a la protección solar es la relativa al número de factor que debemos escoger.
En este sentido, el valor SPF que marca el envase hace referencia al tiempo que la piel puede estar expuesta al sol. Algo que, de nuevo, varía según el tipo de piel y las condiciones de cada persona.
Ya en 1975, un dermatólogo de la Universidad de Harvard estableció una división en 6 clases distintas de piel en base a su tonalidad, capacidad para broncearse y facilidad de sufrir una quemadura por el efecto del sol. Son los llamados fototipos. Conozcamos cómo funcionan.
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Un protector solar para cada tipo de piel
Aunque existen determinados factores que disminuyen la eficacia de la protección de las cremas y que son intrínsecos a cada persona, como el nivel de sudoración o el efecto de la fricción con la ropa, estas son las recomendaciones generales.
·Fototipo I: hace referencia a las personas de piel muy pálida y ojos claros, incluyendo pelirrojos, con piel que nunca se broncea y con tendencia a las reacciones al sol. En estos casos debe optarse siempre por protección muy alta, de SPF 50.
·Fototipo II: es típico de aquellas personas con piel sensible, pelo rubio y ojos claros, que no se broncean y que también tienen tendencia a sufrir reacciones alérgicas, por lo que deberían seguir las mismas recomendaciones del fototipo I.
·Fototipo III: se trata del más común en España y es el de las personas castañas con tono de piel intermedia, que suelen enrojecer al principio y broncearse después. En estos casos, la recomendación es de un mínimo de SPF 30.
·Fototipos IV, V y VI: en este espectro, que incluye desde las personas morenas que se broncean con facilidad hasta las pieles más oscuras, la recomendación general es la de utilizar un factor medio, aunque siempre debemos comenzar la exposición al sol con un factor más alto.
Mitos sobre la protección solar
A la hora de hablar de protección solar existe una serie de mitos que es importante desmentir. Veamos algunos de los más comunes.
· “Con protección solar puedo pasar todo el día al sol”
Falso. Además de la fotoprotección, es importante cubrirnos con sombrero o gorra, especialmente en aquellos casos con mayor sensibilidad a la radiación, como los fototipos I y II.
· “Hay que aplicar la crema solar media hora antes de exponerse al sol”
Falso. La protección solar empieza a ser efectiva desde el mismo momento de la aplicación.
· “Estar bronceado es sano”
Falso. Tal y como señalan los expertos, el ‘moreno’ es un mecanismo de defensa de la piel ante la radiación.
En definitiva, adquirir el fotoprotector adecuado para tu piel y que cumpla todas las normativas y recomendaciones de los expertos es de vital importancia para protegerte contra la radiación de los rayos UVA y UVB y sus efectos nocivos. Por ello, recuerda acudir a tu farmacia de confianza para escoger la mejor opción.