Pronto empezará el curso escolar. Si bien es cierto que hay niños con ganas de que llegue el primer día de colegio, también supone un periodo de cambios importante tanto para ellos como para sus familias.
El primer día en la escuela es significativo y especial. Muchos niños lo viven con ilusión. Otros, en cambio, sienten presión y nervios ante una situación que les resulta completamente desconocida.
Ese día se produce la separación física entre padres e hijos por primera vez. Este escenario implica la elaboración y la aceptación, no siempre voluntaria, de una nueva situación que lleva consigo pérdidas y ganancias.
El cambio de contexto
La entrada al colegio a menudo supone una alteración puntual de su contexto porque pasan de un ambiente familiar (el hogar) a otro (la escuela) lleno de realidades diferentes con personas todavía desconocidas.
Este cambio supone:
- Un nuevo contexto físico.
- Nuevos compañeros de clase.
- Conocer educadores diferentes, esto es, los profesores.
- Aceptar nuevas normas de convivencia.
- Creación de nuevos hábitos y rutinas.
- Un espacio en el que niños y niñas deberán potenciar su autonomía y seguridad.
El pequeño de la casa pasa de los brazos cálidos del padre y de la madre a la incertidumbre de una compleja red de relaciones afectivas a través de objetos y sujetos que son nuevos y desconocidos.
El periodo de transición a la escuela no supone ningún trauma para los niños.
Esta nueva realidad implica que la llegada al colegio supone un periodo de adaptación para todos los agentes implicados: niños, familias y educadores.
Confiar en profesionales desconocidos
Cuando los padres llevan a los hijos al colegio, se entiende que han elegido el centro que más confianza les merece. Aun así, supone para los progenitores confiar a profesionales desconocidos las personas más importantes de sus vidas.
Ese acto de fe dipositado en personas extrañas hasta ese momento, junto con el llanto del niño, puede vivirse con angustia. Los padres pueden sentirse mal y responsables de la situación. Pueden incluso llegar a preguntarse si están actuando correctamente o si realmente deben dejar a sus hijos en ese centro educativo.
Como hemos comentado anteriormente, la llegada al colegio por primera vez no deja de ser un periodo de adaptación que no solo viven los pequeños, sino también sus familias y educadores.
La escuela es un espacio seguro
Si somos padres de un niño pequeño que pronto irá al colegio, es muy importante que sepamos que estará bien allí y que esta transición no le supone ningún trauma. Es un paso tan importante como necesario para su sano desarrollo y crecimiento.
En el primer día en la escuela las criaturas no dejan de encontrarse con situaciones para las que no están acostumbrados: nuevos espacios, compañeros de clase que pueden pasar una gran parte del tiempo llorando y lo que menos gracia les hace es que sus máximos referentes tengan que irse en algún momento. Esto es lo que provoca que algunos pequeños lloren desconsoladamente los primeros días de colegio.
Es esencial que los padres seamos capaces de transmitir confianza y tranquilidad sobre el nuevo espacio, los profesores y los compañeros.
Cuando los adultos cambiamos de trabajo, vivimos cierta inquietud durante los primeros días: estamos a la expectativa de saber si resultará un cambio positivo para nosotros, de cómo serán los nuevos compañeros o de si estaremos a la altura.
A los niños les ocurre exactamente lo mismo: también perciben que los primeros días de colegio se producen cambios y muestran cierta tensión porque todavía no saben cómo deben reaccionar y comportarse.
Esta reflexión debe ayudarnos a entender el llanto de nuestro hijo no tanto como un momento de trauma, sino como una etapa en la que experimenta un conjunto de cambios que son nuevos para él: se trata de su primer contacto con un entorno desconocido.
¿Qué puedo hacer para acompañar a mi hijo los primeros días de colegio?
Como padres y madres debemos saber que podemos acompañar a nuestros hijos durante este periodo de adaptación. Los colegios también se preparan para este instante, planificando y diseñando actividades con el fin de acompañar a los niños y a sus familias en el primer momento de contacto entre el centro y la nueva red socializadora que establecerán.
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Es importante que acompañemos a nuestros niños en esta etapa para ayudarles a adaptarse de la forma más tranquila y sana posible.
Anticípate: define el tiempo y el espacio
Anticiparnos quiere decir que debemos informar a nuestros hijos de la nueva situación que se van a encontrar.
Días antes de ir por primera vez a la escuela es necesario explicarles que, a partir de ese momento, pasarán parte de su día en el colegio y que ese tiempo es concreto y está perfectamente definido.
Es clave que expliquemos a los niños la temporalización y que les detallemos algunos de los momentos que pasarán en el colegio: estarán en clase, podrán realizar actividades divertidas en el aula, jugarán en el patio y que también comerán, dormirán la siesta y merendarán en el nuevo espacio.
Nunca te vayas a escondidas ni alargues las despedidas cuando dejes el niño en el colegio.
Además, estarán acompañados por un adulto de referencia. Es importante decirles el nombre y hablar bien y con confianza del educador o educadora, así como transmitirles confianza y tranquilidad sobre las aulas, los profesionales del centro (otros profesores, conserjes, personal administrativo, psicopedagogos) y sus propios compañeros.
No precisar o aclarar todas sus dudas podría contribuir a que se sientan solos, desconsolados y abandonados. También podría provocarles desconfianza y vivir la llegada a la escuela y sus primeras horas con mucha angustia.
Confírmale cuándo te volverá a ver
Otro factor clave es detallar y concretar el momento en que se reencontrarán con nosotros. Los niños, cuando son pequeños, no entienden la temporalidad. No se les puede decir que nos volverán a ver a “las 17 horas”, “después” o “mañana”.
La mejor manera de transmitirles esa confianza tan necesaria es decirles una frase del estilo: “Te volveré a ver después de la siesta” o “Mamá vendrá a buscarte después de que hayas jugado en el patio”. Otro punto de referencia útil es la merienda: “Me verás después de merendar y nos iremos juntos a casa”.
Esta sencilla frase, elaborada según el lenguaje y el vocabulario que se use habitualmente con los niños, les dará mucha tranquilidad y se sentirán seguros, aunque sus padres no estén cerca. Verán reflejado en su día lo que les hemos dicho que ocurrirá y sentirán confianza para disfrutar de su día.
Transmite seguridad
Los niños son muy capaces de entender lo que les comentamos. Debemos transmitir confianza y seguridad en todo momento. Sólo así se sentirán tranquilos.
Cuando hablemos de todo el proceso de escolarización es esencial hacerlo desde una posición de seguridad. De que esto es positivo para ellos y de que estarán bien.
Los padres son los pilares emocionales de sus hijos: si ven o perciben que en algún momento dudan o no muestran suficiente seguridad en lo que les trasmiten, lo detectan y se angustian. Pensarán: “¿Cómo puedo estar bien y tranquilo si mis padres no lo están?“.
Explicar, concretar y detallar será clave para que los niños vivan la entrada al colegio con serenidad.
Nunca te vayas a escondidas ni alargues las despedidas
Lo que nunca debemos hacer es llevarlos al colegio e irnos a escondidas. Si nos vamos de repente cuando ellos están distraídos, les generaremos una situación de estrés y angustia increíble. No entenderán qué ocurre, por qué su papá o su mamá ha desaparecido, no sabrán si los volverá a ver o si él mismo se ha perdido…
Alargar las despedidas tampoco es buena idea. Si como padre o madre les explico a mis hijos que en el colegio estarán bien y que será divertido y llegado el momento me quedo pegada a ellos, triste y mirando con cara de desconcierto, los niños lo percibirán y no nos creerán. Pensarán que les estamos engañando y se pondrán a llorar.
Por lo tanto, es clave mantener la calma, aunque nos duela alejarnos de nuestros pequeños, **** y mostrar seguridad hasta el último momento. Aún y cuando no lo percibamos así, debemos conjurarnos en ser buenos actores y actrices. Sonreír y acompañarles hacia adelante y con confianza con el mensaje bien aprendido: ¡en el colegio estarán bien!