Aprender a caminar es un hito fundamental en el desarrollo y el crecimiento de los hijos. El niño se prepara para andar semanas antes de dar su primer paso sin ayuda de muebles o de la mano de sus padres. El proceso es complejo para el niño y apasionante para sus progenitores.
Cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje. Unos empiezan temprano y otros se lanzan a la aventura un poco más tarde. En ocasiones esas fases pueden solaparse y en otras el pequeño salta de una a otra con rapidez.
Las principales etapas por las que pasa un niño para aprender a caminar son la reptación, el gateo, la marcha asistida y la marcha independiente.
La reptación
La primera señal de que el niño se prepara para aprender a caminar es la capacidad de permanecer estirado boca abajo.
Atrás quedan los juegos con las extremidades al aire y la nuca en el suelo, los músculos de sus piernas y espalda han ganado la fuerza suficiente como para mantenerse boca abajo durante varios minutos seguidos.
Justo después de adoptar esta posición, el bebé querrá empezar a desplazarse. Levantará suavemente las manos y con la ayuda de sus pies logrará moverse por el suelo o la alfombra. Un proceso que repetirá hasta convertirlo en un movimiento mecánico.
En la fase de reptación el niño aprende a potenciar las siguientes funciones:
- Empieza a desarrollar la fuerza necesaria para comenzar a gatear.
- Mejora su destreza visual para comprender mejor el entorno que le rodea.
- Fortalece su columna vertebral.
- Descubre que la coordinación de brazos y piernas le permite realizar más movimientos de los que ejercía estando solamente boca arriba.
El gateo
El niño entra en la fase de gateo cuando aprende a levantar la barriga del suelo y a coordinar sus movimientos con mayor velocidad alternando mano y rodilla contrarias.
Adoptar esta posición requiere tensión en los abdominales y los glúteos. Durante un tiempo intercambiará la postura de gateo con la de reptación, hasta que sus músculos ganen la fuerza necesaria para impulsarse y desplazarse.
Existen diferentes estilos de gateo y todos se consideran normales: el gateo estándar, de oso, de arrastre, de glúteos y de remo. Un mismo niño puede adoptar una sola postura de gateo o desarrollar diferentes formas antes de iniciar la marcha bípeda. Esta diversidad depende de la edad, la maduración neuronal, las dimensiones corporales o del desarrollo músculo esquelético.
La marcha asistida
El gateo fortalece los brazos y las piernas del niño hasta tal punto que en poco tiempo será capaz de permanecer sentado. En esta nueva posición, el niño amplía el radio de elementos que puede ver a su alrededor.
Si mientras gatea sus ojos permanecen a la altura de enchufes y sillas bajas, al sentarse ya vislumbrará las esquinas de las mesas y podrá ver la superficie de objetos bajos como taburetes.
Ese aumento del radio de visión acrecienta sus necesidades de aventura. Pronto empezará a levantar las manos y buscará sujetarse en muebles un poco más altos para ponerse en pie.
Las principales etapas por las que pasa un niño para aprender a caminar son la reptación, el gateo, la marcha asistida y la marcha independiente.
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En ese momento, el niño ya es capaz de plantar los pies e impulsarse por sí mismo con la ayuda de una superficie vertical: realizar este paso implica una gran potencia muscular y una buena dosis de equilibrio.
La marcha asistida es la etapa en la que el bebé es capaz de desplazarse apoyándose en las manos de un adulto, sillas, sofás u otros muebles. El niño está aprendiendo a caminar con más autonomía, gracias a su propia iniciativa e interés por descubrir su entorno.
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La marcha independiente
El paso de la marcha asistida a la marcha independiente es para el niño un salto al vacío. Necesita asegurarse de que puede hacerlo por sí mismo y lo hará poco a poco, intentándolo primero en distancias cortas entre muebles, para después experimentar con trechos más largos.
Los primeros días que la criatura quiere caminar sola busca soluciones porque sabe que su equilibrio es precario. Da pasitos muy cortos y al hacerlo separa mucho las piernas, más de lo normal, por eso su andar parece mecánico.
Poco a poco irá mejorando la técnica y aprenderá a controlar la trayectoria además de la estabilidad, pues irá juntando las piernas en cada paso, y aprenderá a agacharse y pasar de estar de pie a sentado.
En las primeras semanas, el niño se caerá constantemente. Es absolutamente normal. Incluso cuando lleve meses caminando tropezará consigo mismo de forma natural en situaciones muy particulares, como cuando intente cambiar bruscamente de dirección o quiera corregir una trayectoria dando marcha atrás.
Con la práctica aumentará su habilidad, y a los cuatro o cinco meses de haber aprendido a andar, el retoño alargará los pasos, elevará la velocidad, juntará las piernas y disminuirá el tiempo de apoyo entre cada zancada.
Cómo ayudar al bebé a dar sus primeros pasos
Los niños que aprenden a caminar necesitan confianza y seguridad. Los padres pueden promover una estimulación temprana cuando se lancen a esta gran aventura que es criar a un hijo.
- Escoger un lugar seguro. Mejor un pasillo o un salón que tenga espacio suficiente entre los muebles.
- Ningún objeto por el suelo. Es importante que la zona escogida no tenga obstáculos. La esquina levantada de una alfombra o un juguete en la trayectoria del niño puede provocar un pequeño “accidente”.
- Seguir su ritmo. Cogiendo al bebé de las manos y caminando a su propia velocidad detrás de él.
- Nunca obligarle a caminar. Es muy importante respetar sus propios tiempos y jamás obligarle a caminar o a practicar si no le apetece: es posible que todavía no esté listo y prefiera hacer una pausa porque su cerebro no consigue controlar el equilibrio y su maduración muscular no ha terminado.
Una vez empiece el proceso, el niño aprenderá a caminar en pocos meses y la etapa pasará muy rápido para sus padres. En caso de duda acerca de este momento tan especial, siempre es posible consultar en la farmacia de toda la vida, gracias al consejo especializado del farmacéutico de confianza.